La búsqueda por el retorno a los clásicos, marca en esta época el seguimiento de las tres unidades fundamentales, el abandono a los sentimientos y prevalencia de lo verosímil como forma de acoger al pensamiento ilustrado de la época y hablar de la crítica social o política; la producción literaria tendrá un nuevo fin didáctico al igual que moral enfocado en la necesidad de educar sobre aspectos importantes todos ellos retomados por dos escuelas importantes: la Escuela Madrileña y la Escuela Salamantina. El impacto de esta corriente se desfasó a diversos géneros literarios mencionados a continuación.
La poesía durante el inicio este periodo no presentó un gran auge, entrando en una fase decadente en la cual las temáticas giraron al elogio de la naturaleza y la filosofía, por lo que recibió el nombre de poesía bucólica o pastoril; aproximadamente durante la mitad del siglo XVIII toma un poco de fuerza con una segunda vertiente, la poesía sensual, cuya composición es anacreóntica. Dentro de los principales representantes de este género podemos destacar como el primordial a Juan Meléndez Valdés.
Para destacar el carácter moral y didáctico de la literatura neoclasicista, el ensayo y con mayor presencia la fábula, fueron la mejor forma de llevarlo a cabo a través de escritos como los de Tomas de Iriarte y Félix María de Samaniego durante el posbarroco, en los que se observa la caracterización de animales parlantes, acreedores de acciones semejantes a las humanas.
Las temáticas representadas por la fábula no están vinculadas con la religión y la ingenuidad ya que en ellas se torna un pensamiento similar al de Rousseau, donde sentimientos egoístas, astutos, de venganza, entre otros, resaltan el propósito de esta nueva corriente a través de reflexiones o modos de convivencia con un lenguaje corriente como lo podemos constatar con el siguiente fragmento:
El león y la zorra:
Un león, en otro tiempo poderoso,
ya viejo y achacoso,
en vano perseguía hambriento y fiero
al mamón becerrillo y al cordero,
que, trepando por la áspera montaña,
huían libremente de su saña.
"¿Cómo otro? ¡Ah, señor! He conocido
que entraron sí, pero que no han salido.
¡Mirad, mirad la huella,
bien claro lo dice ella!
Y no es bien el entrar do no se sale."
La prudente cautela mucho vale. (Samaniego)
Aunque la expresión del llamado Siglo de las Luces está presente en casi todas las formas de la literatura, la prosa surge como nuevo modelo ideal para comunicar principios ilustrados, cuya producción literaria se enfoca a los ensayos expositivos y de argumentación que hablan de epístolas, informes, memorias, ideas y valoraciones sobre diversos temas. Esta nueva forma fue apoyada por autores entre los que destacan Benito Jerónimo Feijo, José Caldaso y Gaspar Melchor de Jovellanos.
El último género literario a destacar es el teatro a manos de Leandro Fernández de Moratín.